El pensamiento de Baruch Spinoza

La filosofía y las reflexiones de Spinoza

Baruch Spinoza
 Culture Club/Getty Images

Baruch Spinoza es un filósofo holandés de origen judío, nace en 1632 y muere en 1677. Su familia llegó a Holanda exiliada primero de España y luego de Portugal.

Fue un buen conocedor de la Cábala judía, de la filosofía medieval y también de la filosofía de la edad moderna, de la cual es una de las figuras más destacadas.

Su sistema de pensamiento es original sin abandonar por ello la más estricta tradición racionalista propia de su época y derivada de la influencia de otro gran pensador, René Descartes.

El pensamiento de Spinoza

La realidad es para este autor lo mismo que la sustancia, a la que define comlo que existe por sí mismo, por lo cual no necesita de ningún otro concepto para ser comprendido.

Configura eso un monismo ontológico absoluto, lo que significa que el universo está constituido por una sola sustancia que es también su causa. Esa sustancia es Dios que se identifica con la Naturaleza, “Deus sive Natura”—Dios o la Naturaleza- dirá Spinoza. La Naturaleza se manifestará activamente—”naturans”—o pasivamente -”naturata”-.

Sus atributos son infinitos pero se concretan en lo que Spinoza llama “modos”. Los objetos físicos son uno de esos “modos” y procede del “atributo” extensión—de Dios o la Naturaleza. De la misma manera todas las ideas son “modos” que proceden de otro “atributo”, en este caso el pensamiento.

El hombre, al estar dotado de cuerpo y alma, conoce y se compone de ambos atributos, tanto la extensión como el pensamiento. Cuerpo y alma los concibe el filósofo como una unidad formada por cuerpo y mente, no son dos entes separados.

La auténtica comprensión de la realidad se encuentra, para Spinoza, en poder captar la unidad de este "todo". Por un proceso en el que las ordenación de las ideas—concreción del pensamiento- tiene que coincidir con el orden de las cosas u objetos físicos—concreción de la extensión.

Se trata de una visión holista. El holismo considera que todo debe ser analizado en su conjunto y no en partes separadas, es más las partes y el todo son inseparables.

La filosofía de Spinoza se encuentra sistemáticamente expuesta en la “Ethica”, obra que será publicada postumamente.

Determinismo y libertad

En última instancia el sistema de pensamiento de ​Spinoza postula que hay que alcanzar el saber partiendo de ideas. Que posiblemente en su primer esbozo sean incluso inadecuadas consideradas individual o aisladamente. Pero una vez enlazadas de manera racional proporcionarán la intuición necesaria—que Spinoza llama “amor Dei Intellectualis” o “amor intelectual de Dios”—para comprender la unidad total de las cosas.

En esa unidad toda parcialidad será superada llegando así a conseguir la libertad absoluta que es proporcionada por el conocimiento total del proceso.

Es el conocimiento de la determinación de las cosas, paradójicamente, lo que proporciona la libertad humana. Una vez el determinismo ha sido entendido y aceptado por el hombre éste puede actuar libre y racionalmente desde esas “reglas del juego”. No hay libre albedrio, todo está determinado.

El pensamiento ético y político

Para Spinoza la función del Estado es proteger a sus integrantes de la injusticia a partir de los dictados de la razón, que indica que se debe practicar la tolerancia, que es el elemento esencial que garantiza la libertad.

Spinoza se interesó mucho por la moral social, en el “Tratado teológico-político” y en el “Tratado político”, publicados respectivamente en 1670 y 1677, siendo el segundo póstumo.

En ambas obras considera de manera muy realista a los hombres como son, no como deberían ser. Así dice “todo lo que es, en cuanto es, intenta perseverar en su existencia”, lo que significa que los humanos obran siguiendo el instinto de conservación.

La ley, el derecho y la moralidad existen por el Estado. Pero éste se basa en una convención social por la cual los particulares acuerdan limitarse mutuamente en su actuar.

Esta convención es una “cesión de derechos” al Estado, cesión que no es definitiva. Dado que lo que el hombre espera de la comunidad a la que pertenece es su “conservación”, Spinoza dirá “Dios crea individuos, no naciones”.

De manera que si la comunidad pone en peligro la conservación de sus integrantes, la dificulta o la perjudica, a estos les asistirá la razón para reclamar que se les devuelvan todos sus derechos ya que simplemente los habían cedido para la realización de un bien individual y común que ha dejado de producirse.