El Dios de Aristóteles

La idea de Dios como explicación necesaria del mundo

Dios en "Creación del Sol y la Luna" de Miguel Ángel
Dios en "Creación del Sol y la Luna" de Miguel Ángel. Detalle del fresco de la Capilla Sixtina. public domain in the United States

Se puede considerar que Aristóteles es quién desde la filosofía griega establece los fundamentos de lo que luego será la Teología. Lo es en la medida que reflexiona sobre ciertos atributos de Dios aunque, curiosamente, sin entrar a discutir nada respecto a los dioses que vienen a ser "categoría aparte". Como siglos después hará Sexto Empírico, que también reflexionará sobre esa de un Dios como factor creador, sus pros y sus contras, pero, expresamente, mantendrá a un lado del debate y fuera de él a los dioses tradicionales.

Cabe decir que la formulación de Aristóteles es deísta, pues concibe a su Dios como factor causal necesario de lo existente pero, al mismo tiempo, totalmente al margen de lo existente. Tan al margen que sería literalmente imposible que se percatase de aquello mismo que habría creado.

Lo necesario y lo contingente

La necesidad de este Dios como factor creador la deriva Aristóteles de la contraposición de lo contingente -aquello que puede existir o no- y lo necesario -lo que debe existir-, alcanzando la idea de que tiene que haber inexorablemente una causa necesaria de la cual se derivarían todas las cosas contingentes. Ese ser tendría que ser necesario por él mismo y ese ser sería Dios.

Ahora bien, ahí comienza y acaba el papel de Dios respecto a la totalidad de las cosas contingentes -incluidos los humanos- que se habrían creado a partir de él. En gran medida por la propia naturaleza que tendría ese Dios -y que Aristóteles analiza- que impide cualquier personificación del mismo. Porque ese Dios seria ni más ni menos que pensamiento puro, presente eterno e "inmutable".

Tanto las características de ese ser necesario como de las cosas contingentes impiden cualquier relación mutua. En primer lugar Aristóteles considera que parte de la naturaleza de lo contingente es el "movimiento", pero hay que explicar esta idea,"movimiento", para Aristóteles, no significa un "movimiento físico" sino un "devenir", el "paso de las cosas", en cierta medida es el mismo principio del "todo fluye" de Heráclito, en definitiva, nada es permanente excepto el ser necesario, es decir, excepto Dios. Por contraposición la "permanencia" es una característica de la naturaleza de Dios. Así, Dios, tiene que ser "inmóvil" e "inmutable", en ningún caso puede alterarse o "moverse" en el sentido que lo hace lo contingente.

Características de Dios

Dios es la antítesis de lo contingente, en consecuencia todas sus características serán también antitéticas a ello. Así, si lo contingente es "móvil" Dios es "inmóvil" , y si lo contingente es material Dios ha de ser inmaterial, y así se llega a otra característica de Dios: es inmaterial. Por ahora tenemos un ser necesario por sí mismo, no contingente, permanente, "inmóvil", inmutable e inmaterial.

Si Dios es inmaterial no puede tener ninguna característica propia de lo material, volvamos al "movimiento" como "cambio" y "mutabilidad" propio de lo material. Si lo material no solo puede cambiar sino que cambia permanentemente y discurre entre un pasado y futuro, y si ese "cambio" implica a su vez una transformación que dará un futuro diferente al presente, Dios no puede "moverse" tampoco en ese sentido.

Dios no viene de ninguna parte ni va a ninguna a otra, no es ni ha sido -ni ha tenido- ni pasado ni futuro, es "estricto y fijo presente". Eso lo denomina Aristóteles como "acto puro" -no "actos", sino un singular, porque Dios es una sola acción: la que causa lo contingente, no es otra cosa-. Como Dios no es material tampoco reúne ninguna de las características, posibilidades o potencialidades de lo material. Dios no puede "estar siendo" -porque la condición de "estar" implica "transitoriedad", luego "movimiento" y "mutabilidad"- ni tampoco "llegar a ser" -por el mismo motivo, si aun no "es" resulta que debiera "moverse" hacia ese estado-, por lo cual Dios solo puede "ser" y serlo permanente, fija e inmutablemente, digamos que Dios es siempre una situación de "ya".

Otro fundamento del aristotelismo es que anula la dualidad del platonismo, así, Aristóteles, siguiendo un realismo estricto, refuta a Platón y a su división de un "mundo de las ideas" y un "mundo de lo ilusorio". Aristóteles dice que no hay más mundo que este mundo, no hay ningún mundo más allá de éste, ni en otro ámbito o dimensión, ni ningún plano místico, ni tampoco una "realidad alterna" a la que contemplamos y en la que nos movemos. Debido a esto Dios no puede "ser" en ninguna otra parte que no sea este mundo. Así pues tenemos otra característica o condición de Dios: "aquí" -no está en ningún otro lado-.

Volvamos a reunir las "condiciones" de la naturaleza de Dios: un ser necesario por sí mismo, no contingente, permanente, "inmóvil", inmutable, inmaterial, estricto presente y se encuentra "aquí" -el único mundo real para Aristóteles-.

Dios es pensamiento

Bien ¿puede hacer alguna cosa Dios? Solo ser la causa primera necesaria no contingente y permanente. Entonces ¿qué es Dios? Pues pensamiento puro y "fijo", y, en realidad eso es lo único que puede "ser" ese ser por sí mismo y no dependiente de nada y lo único que puede hacer, es más, no solo es lo único que puede hacer sino que, según Aristóteles, es necesario que haga -para seguir siendo de manera permanente la causa de todo lo contingente-.

Literalmente Aristóteles dice que Dios lo único que es y hace es "pensar pensamientos" -"nóesis noéseos” en alfabeto griego "νόησις νοήσεως"-. Y, además, no cualquier pensamiento, sino pensar sobre sí mismo -esto es "pensarse constantemente", precisamente porque esa no es solo la esencia de su "ser" sino la forma en que su "ser" es-. Su pensamiento no puede dirigirse a nada más y, por supuesto, no a las cosas contingentes que han surgido como "subproducto" de él. Que en todo son antitéticas a las características de Dios. En consecuencia, aunque Dios haya sido su causa necesariamente no puede tener ni la menor idea o noción de algo que es contingente por su propia naturaleza, sencillamente es su antítesis. Solo pensará constantemente en él mismo.

Incluso esa noción de "pensar" es, en realidad, un recurso analógico de Aristóteles ante algo que no puede definir con exactitud, no es un pensamiento como el pensamiento humano y por eso ese "nóesis noéseos” es únicamente referido a Dios mismo. Tal vez, y no siendo la traducción literariamente más correcta, aclaré algo más si traducimos "noesis noeseos” por "pensar en pensarse".

Ese Dios no puede sentir, ni tener emociones, deseos o cualquier otra característica, acción o atribución de, por ejemplo, un ser humano, dado que todo eso es característica de lo contingente.

El Dios de Aristóteles tiene muy poco que ver con el Dios cristiano, aunque la escolástica medieval utilizará los argumentos aristotélicos para su intento de demostración.

La idea de Dios aristotélica la volverá a recuperar el deísmo que se dará, principalmente, en la filosofía británica y francesa de fines del siglo XVII y del siglo XVIII.